La Glorificación
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LA GLORIFICACIÓN
FILIPENSES 3:20-21
Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.

INTRODUCCIÓN
Este es el último de los actos de regeneración (Mt 19:28; Tit 3:5) que el hijo de Dios experimentará, porque significa haber llegado a la estatura del varón perfecto, que es la estatura del primer Adán, sobrepasarla y llegar a la estatura de la plenitud de Cristo
(Ef. 4:13), que es la estatura del postrer Adán.

I — LA REVELACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS
(Ro. 8:18-22)
Cuando el hombre pecó, toda la creación alcanzó la maldición y se degeneró perdiendo la belleza que Dios le había dado. Pero Pablo al acto de la glorificación le llama la revelación de los hijos de Dios, porque será el momento cuando los hijos serán llamados a la libertad de la esclavitud de la corrupción. Por eso dice que la creación entera gime y sufre dolores de parto esperando la revelación de los hijos de Dios, porque a esa esperanza sometió Dios a toda la creación.

II — LA REDENCIÓN DE NUESTRO CUERPO
(Ro. 8:23-25)
La Glorificación significa también la redención de nuestro cuerpo. Es la esperanza que tenemos y por lo cual aún gemimos en nuestro

hombre interior, porque con este acto estaremos siendo vestidos de nuestra morada celestial (2 Cor. 5:1-5), y en lugar de ser hallados desnudos, seremos hallados vestidos. Pero es Dios quien nos preparó para esto (2 Cor. 5:5).

III — LA VICTORIA SOBRE LA MUERTE (1 Cor. 15:53-57)
En la glorificación, nuestros cuerpos sufrirán una transformación asombrosa porque lo mortal se vestirá de inmortalidad (1 Co. 15:53-54), para los que estemos vivos y lo corruptible se vestirá de incorruptibilidad, para los que estén muertos. Cuando esto ocurra, nuestra victoria habrá devorado a la muerte y ni la ley, la muerte, ni el pecado tendrán poder sobre nosotros, porque nos habrá sido dada la victoria de nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIONES
1. Cuando alcancemos la glorificación, nuestros cuerpos serán semejantes al de Cristo cuando resucitó, con carne y huesos pero sin sangre.
2. La glorificación la alcanzaran tanto los muertos como los vivos (1 Cor. 15:51-52) porque significará haber alcanzado la perfección (Heb. 11:39-40) y ésta la tenemos que alcanzar juntos. Por eso los muertos resucitarán primero y luego los que hayamos quedado, seremos transformados y juntos nos encontraremos con el Señor
(1 Ts. 4:15-17).

3. El Señor nos ha dado una garantía que es el Espíritu Santo, el cual operará transformando el cuerpo de los muertos (Ro. 8:11), así como operó en Jesucristo y transformará el cuerpo de los vivos (2 Cor. 5:4-5), para que juntos seamos glorificados.

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